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COP21: Nuevas instituciones, metas más viables

Cualquier acuerdo en la COP21 de Cambio Climático, sea el más ambicioso esperado por la ciudadanía o tan limitado como resulte del mínimo común denominador propio de estas negociaciones, exige que tengamos claridad sobre la situación de nuestras instituciones y las necesidades de cambio sustantivo en éstas.

Escepticismo

Los cientos de miles de personas que se movilizaron el domingo pasado para exigir decisiones de fondo a la COP21 tiene razón al desconfiar de nuestras instituciones en general, en particular cuando expresan reservas frente a los organismos y los esfuerzos multilaterales responsables de fijar y cumplir metas ambientales globales. Las instuticiones, públicas, privadas y ciudadanas con que contamos en los países no son las que necesitamos, tampoco las existentes a nivel multilateral. De eso hay amplia evidencia, por la corrupción, la inoperancia de muchas, las inercias que traen de contextos menos apremiantes y por la manera como responden ante los fuertes intereses que presionan sobre quienes tienen que tomar las decisiones requeridas.

A nivel empresarial conocimos en la última década el comportamiento de los sectores financieros del mundo que llevó a la crisis del 2008. En meses recientes conocimos el desempeño cuestionable de empresas como Volkswagen y la FIFA y, en casos como el colombiano, las petroleras que buscan tratamientos privilegiados en períodos de crisis y durante los mejores tiempos.

La ciudadanía tiende a ser escéptica frente a las entidades públicas por la corrupción generalizada, por su extrema lentitud para interpretar y responder a los grandes retos que desde lo local a lo global tenemos en términos de pobreza, de derechos humanos, de ambiente, de economía y de seguridad.

De las organizaciones ciudadanas sabemos de su fragmentación y falta de coordinación, con frecuencia de su debilidad por su carencia de recursos y de importantes niveles de cooptación que afrontan muchas como consecuencia de su vinculo con procesos electorales y por el deseo de los sectores empresariales de ejercer un control excesivo cuando financian iniciativas para que sirvan una función comercial.

Instituciones para el cambio

Nuestras inquietudes y nuestros propósitos como sociedades y especies se logran a través de los arreglos institucionales que vamos acordando y desarrollando. En la actualidad esos acuerdos avanzan en forma lenta en comparación con el vértigo de las innovaciones tecnológicas, de las dinámicas de algún mercados guiados ante todo por las exigencias de la acumulación del capital y de la devastación ambiental y social que sigue rampante.

A menudo invertimos esfuerzos y recursos de todo tipo en reformar o en fortalecer las diferentes instituciones de la sociedad. Con frecuencia esos esfuerzos no son sistemáticos, terminan siendo insuficientes y resultan costosos por esa baja efectividad.

Es indispensable reconocer y actuar en consecuencia con la magnitud de los cambios requeridos en menos de 35 años. Los acuerdos de las conferencias de las partes en torno al denominado cambio climático serán poco significativos y avanzarán poco si no transformamos en primer término la variedad de instituciones que las sociedades contemporáneas han alcanzado a consolidar. Es fundamental disponer de instituciones informadas, flexibles, ágiles, coordinadas, bien financiadas, muy íntegras, dispuestas a la innovación y que se planteen retos y metas de fondo. Su gestión ante todo debe anteponer el bienestar y la viabilidad de la humanidad, la preservación de las mayores manifestaciones posibles de la vida existente y unas condiciones generales de la biósfera propicias para esa vida.


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