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Nutrición desde las empresas: ¿garantía de imparcialidad?

Una alianza empresarial

En la última revista Semana Sostenible se presenta la conformación de una alianza empresarial en torno a la nutrición. Nestlé, el grupo Nutresa, Taeq, el grupo

to, Pepsico, Colombina, Postobón y Alquería integran ConSiente, “un llamado a tomar las decisiones relacionadas con nuestra salud a partir de la conciencia individual”. Dicen que “la propuesta es entender que nuestro bienestar depende del equilibrio entre muchos factores: alimentación, actividad física, descanso y diversión, trabajo, familia y reflexión, entre otros”. Esta alianza entre empresas de alimentos y bebidas afirma creer en “la responsabilidad compartida para la salud de los colombianos” y en “la capacidad de los colombianos de tomar decisiones conscientes para mejorar sus hábitos, su salud y bienestar”. Ofrecen para esto trabajar por “mejores productos y más información”. De acuerdo a ese enunciado, no se limitan a la nutrición que sería lo esperable en principio por ser los alimentos su campo de producción, hablan de bienestar en general y de diversos factores que lo determinan en su concepto.

La primera reacción general podría ser de bienvenida de este tipo de iniciativas. Qué bueno ver a empresas de alimentos asumiendo una actitud responsable ante las implicaciones de su fuente de utilidades. Sin embargo, hay razones históricas, ideológicas y económicas para decantar la primera reacción y reconocer que esta clase de alianzas puede ocultar intenciones no loables detrás de su esfuerzo conjunto.

Al igual que el comportamiento de otras empresas en relación con los temas ambientales y de seguridad ciudadana, la existencia de esta alianza y ese enfoque en apariencia amplio parece entender la importancia de saber anticipar los movimientos sociales que cuestionan su comportamiento, sin ir a fondo en la transformación de las prácticas productivas y comerciales que los caracteriza.

De entrada, surge la pregunta sobre el alcance real de su campaña, de su iniciativa o como lo denominan, de su “llamado”. ¿Por qué hablan de bienestar en forma amplia y no de nutrición? Al hablar de bienestar en forma amplia y no limitarse a lo que les corresponde asumir con responsabilidad, la producción y comercialización de alimentos, no es descabellado pensar que buscan diluir la discusión sobre el impacto contraproducente de cientos de productos que esas empresas elaboran y comercializan o acerca del riesgo que representa el consumo excesivo de otros de sus productos, menos polémicos por los insumos utilizados en su producción pero según evidencia científica, sin duda discutibles en su efecto más allá de cierto nivel de consumo. Cuando el referente es una variedad de factores de salud, el foco no son los alimentos, sus condiciones de producción, la publicidad engañosa en torno a ellos, las injusticias en las negociaciones con cientos de proveedores rurales de sus insumos, la fijación discutible de los precios y las diversas responsabilidades que tienen las empresas en general con la sociedad, por la que la desregulación de los mercados en Colombia y a nivel mundial resulta tan cuestionable.

En el artículo de la revista que introduce la campaña y en la contra carátula, se hace especial énfasis en el papel de los individuos y se desvirtúa el debate en torno al tema de la nutrición y la salud asociada a ésta, planteando polarizaciones propias de nuestro país. Se le asigna la responsabilidad central a los individuos, a la “capacidad de los colombianos de tomar decisiones conscientes“ y se sintetiza la discusión con afirmaciones como la de “Cada mes aparece un alimento prohibido y otro milagroso. Uno que seguro nos mata y otro que seguro nos salva”.

La experiencia en Estados Unidos

Los empresarios activos en el sector de alimentos en Colombia aprenden de los grandes centros de formación académica de los países del norte, de las prácticas comerciales de sus competidores en Estados Unidos y Europa, en especial porque buscan ganar mercados más allá de Colombia, y muy seguramente de la generalizada ideología dentro de amplio sectores empresariales colombianos y del mundo, que ha vuelto una religión el papel intocable de los “libres mercados” y la visión de un Estado reducido a su mínima expresión, en especial en materia de regulación a los sectores productivos.

La historia de Estados Unidos se remonta a por lo menos cuarenta años atrás, cuando se quiere entender la sistemática manipulación de la información en torno al tema de la nutrición, a favor de los intereses de los grandes conglomerados. En el libro “China Study”, cuyo argumento central favorece una dieta basada en vegetales, escrito por T. Colin Campbell y su hijo Thomas M. Campbell, se incluye un capítulo muy ilustrativo sobre las cuestionables prácticas empresariales arraigadas en Estados Unidos en función de ganar mercados a los productos alimenticios de las grandes industrias, mediante campañas de cabildeo, de publicidad mentirosa y de intervención en campos tan delicados en estas materias como son los centros educativos de educación básica e incluso en las universidades. Como lo documenta muy bien el libro, la labor de las grandes empresas no se limita a estos canales, tienen inversiones cuantiosas en investigación a menudo sesgada ante todo para sustentar la preservación de las prácticas industriales y comerciales que más les favorece, con frecuencia a costa de la salud y el bienestar de millones.

Las condiciones para que haya garantías

A pesar de esas inquietudes fundadas en la experiencia internacional y en prácticas corrientes en Colombia, dejemos la puerta abierta a un comportamiento en verdad responsable de los empresarios de esta alianza en ciernes y a otros empresarios del sector de alimentos. Hagámoslo planteando un código de conducta que se enuncie y cumpla de manera consecuente. Sugiero algunas ideas:

Lo primero es que estas empresas demuestren que empiezan por casa. Eso exige antes que todo que informen sobre su desempeño actual en términos de la calidad nutricional de sus productos, elaborados o distribuidos por estas empresas, y de los riesgos reales asociados al consumo excesivo de carnes y derivados lácteos.

El segundo punto a nivel interno, es demostrar el ejemplo con sus trabajadores. La población en general tendrá más confianza en el compromiso de los empresarios en este campo, en la medida que vea que la remuneración a todos sus trabajadores les permite el acceso a niveles satisfactorios de nutrición, guiados por hábitos que son orientados en las empresas con información elaborada por especialistas, y con políticas laborales propias de un enfoque de bienestar.

Como este tipo de iniciativas se asocia con una conducta filantrópica, la inversión de estas empresas en los objetivos de la alianza se podrá evaluar solo si se conoce en qué medida tales empresas pagan cabalmente sus impuestos. Hoy se ha vuelto una práctica común en las empresas en el mundo la evasión legal de impuestos, en gran medida porque los gobiernos eluden sus responsabilidades en garantizar tarifas de impuestos adecuadas y que los sistemas de exenciones tributarias sean equitativos sin privilegiar a los de mayores ingresos, ni permitir abusos por los sectores empresariales en condiciones de contribuir más al erario público.

Un cuarto punto para empezar por casa tiene relación con el cabildeo ante los gobiernos. Las empresas de la alianza tendrían que renunciar a realizar directa o indirectamente cabildeo frente a los gobiernos en relación con las políticas y la normatividad para regular la producción y comercialización de alimentos.

Otro plano de garantía es el manejo de la iniciativa y de la inversión que hagan los aliados en torno a ésta. Por las razones expuestas, es mejor que una iniciativa como ésta se desarrolle mediante el apoyo de estos empresarios en forma anónima a iniciativas independientes, vía un fondo común al que se le haga evaluaciones igualmente independientes, a partir de indicadores objetivos, y en el cual las empresas no tengan injerencia alguna. Las experiencias de otros países y lo que se puede ver en los informes de gestión de algunas si no de todas las empresas de la alianza, indican que es clave el arreglo organizativo que lleguen a adoptar para determinar la seriedad del compromiso de una iniciativa que empieza por denominarse ConSiente.

Es indispensable un arreglo de la mayor transparencia para asegurar una toma de decisiones independiente, una información idónea, investigaciones confiables, un monitoreo riguroso a la calidad nutricional de sus productos y que bajo ninguna circunstancia la iniciativa se convierta en un vehículo de promoción de las empresas y de sus artículos comerciales. ¿Estarán dispuestos estos empresarios a mantener la puerta abierta a una audiencia que busca ser responsable con su nutrición, pero a la cual a menudo la propaganda distorsionada desde diversas orillas la abruma con un mercadeo que ante todo privilegia las utilidades de los accionistas y no el bienestar de los ciudadanos, a quienes se los ve por encima de todo como consumidores? Esperemos que su responsabilidad sea consciente.

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